martes, 20 de noviembre de 2012

NECESITAMOS EL GEN FINLANDÉS: Entrevista a Arsenia Larupide, investigadora

Imaginaciones mías: 
NECESITAMOS EL GEN FINLANDÉS 
Entrevista a Arsenia Larupide, investigadora 

Arsenia Larupide, bióloga molecular, ha sido la elegida. El Ministerio de Educación le ha encargado la que probablemente será la misión más delicada e importante de todas cuantas acometa España en los próximos años, un desafío que bla bla bla (añádase la prosa ministerial correspondiente). Arsenia Larupide tiene el encargo de encontrar el gen finlandés, que permitirá, una vez injertado en los recién nacidos españoles, poner la enseñanza española en un puesto puntero del ranking mundial.

¿Cómo surgió el encargo, Arsenia?
Puede llamarme Larupide. En realidad, por lo que yo sé, la idea del ministerio viene de antiguo, y nace de la siguiente reflexión: llevamos treinta años de democracia y hemos hecho cinco o seis reformas y contrarreformas educativas. El único tema de debate público sobre educación es si los niños y niñas deben estudiar religión o condones. No pasamos de ahí. Total, que no salimos adelante. Y miras Finlandia, y los muy cabritos salen los primeros en resultados escolares.

Los muy cabritos.
Lo hacen un poco por fastidiar. Presumen. “Somos finlandeses. ¿saes?”. Un poco pijos. Quieren destacar. Ojalá les quiebre la banca, pienso para mí.

Pero entonces, ¿busca usted el gen finlandés o no?
Pues sí. Porque la alternativa sería emprender una reforma integral del sistema educativo, buscar un pacto nacional de las fuerzas políticas, autonomías, sindicatos, empresarios… La ministra me comentó: “Arsenia, honestamente me ha dicho el presidente: que se ponga a eso tu tía”. Es más fácil encontrar el gen finlandés que hacer una reforma educativa seria en España.

¿Y una vez encontrado el gen finlandés?
Pues a estudiarlo. Necesitaremos una subvención de alguna entidad privada, `porque el proyecto público sólo está presupuestado hasta el momento en el que se encuentre el gen.
O sea, que podría encontrar usted el gen y que su investigación no sirviera para nada.
Bueno, eso es habitual en España. Tampoco alucinemos ahora. Dígame usted un proyecto, empresarial, científico, político, deportivo… planificado a más de tres años.

Si encontráramos el gen finlandés…
Sería un pelotazo. El pelotazo español. En lugar de progresar con esfuerzo colectivo, nos entregamos a una genialidad individual que nos saque de pobres. España pura, España siempre. ¡Abajo Finlandia!

Pues sí que es usted la persona adecuada. 
No, si yo me pongo, sentimientos aparte.

Supongamos que encontramos el gen y lo podemos estudiar.
Habría que ver cuánto del genoma español coincide con el finlandés. Tendría gracia que nos pareciéramos más a la mosca del vinagre, ja ja.

Ja, ja. 
Sí, ja ja. Aaaay, qué cosas. Es de suponer que si conseguimos adaptarnos al gen finlandés, el país mejorará. A ver cómo respondemos al clima siendo de alma finlandesa. No está claro. Hace un par de años hicimos una experiencia piloto trayendo a cien finlandeses a España para observarles en cautividad.

¿Y?
Pues andan con problemillas. A los dos meses de llegar, la mitad ya andaban hipotecados por encime de sus ingresos, otros tenían negocietes urbanísticos en ayuntamientos, los ingenieros aeronáuticos sólo encontraron trabajo en hostelería y el resto dice que no vuelve a Finlandia, que como en España en ningún lao. Nadie es perfecto. Ellos tampoco. Les pones solecito, una caña, unas tapas, y se estropean. Como cualquiera. Pero hay que tener fe, que es algo también muy nuestro.

(Fuente: Imaginaciones Mías, Toni Martínez, El País Semanal, Marzo de 2009)